lunes, 29 de agosto de 2011

Cuando el amor te cierra la puerta...

...y encima te da en las narices.

Hace tiempo ya escribí en este blog sobre el desamor. Así que ya van dos.
El anterior fue un amor corto pero intenso. Este es largo pero con altibajos. Quizás, más doloroso.
Sé por lo que estás pasando y sé lo que pasa por tu cabeza, te comprendo a la perfección. Tú y yo estamos hechas de la misma pasta.

Será un tópico decir que le demos tiempo al tiempo, pero en este caso debe ser así. Tiempo para que los sentimientos y las ideas se aclaren. Tiempo para no tomar decisiones equivocadas. Tiempo para volver a quererse a una misma y ser feliz.

También es un tópico eso de que en todas las relaciones siempre hay una persona que se entrega más que la otra. Y, en este caso, vuelve a ser real. Te has entregado entera, cada segundo, minuto, hora, día y año de tu vida. Te has convertido en la persona que tira del carro; pero el carro, sin ti, no tiene fuerza para moverse por sí solo.

Este es un punto de inflexión en tu vida. No sabemos si seguido o final. Yo,desde fuera, tengo clara mi respuesta, porque sabemos que hay personas que no son las mitades de otras personas, que no son para ellas. Eso pienso yo. Pero también sé que "si tú me dices ven, lo dejo todo".

En esta ocasión, como en la anterior entrada, me toca muy de cerca la persona que peor lo está pasando. Y, al final, es como si el daño también me lo hicieran a mí. Hay algunas personas "intocables" en mi vida. Y una de ellas eres tú. 

Desde la distancia, sólo me queda animarte, intentar hacerte este camino más fácil, levantarte la cabeza cuando sólo mires en una dirección, hacerte ver que hay varios caminos por los que continuar, demostrarte que la vida es mucho más bonita si quien camina de tu lado es la persona correcta, aunque tarde tiempo en llegar. 

De ying para yang.

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