Me guuuuusta Cuba!!

Hace ya cerca de un mes, la familia Pineda, injertos y agregados nos embarcamos en un maravilloso viaje con destino a Cuba, a celebrar los quince de mi prima Elena (aunque sólo era una excusa para viajar todos juntos al Caribe).

Y hace ya más de dos meses escribía en este mismo blog una entrada sobre lo nerviosa, emocionada e ilusionada que me encontraba a sólo treinta días del despegue. Así que ya tocaba narrar algo de lo allí vivido: experiencias, anécdotas y, de nuevo, muchas emociones. Aunque se me hace difícil saber por dónde empezar…

Desde el primer momento que aterrizamos en La Habana nos recibió la bofetada de humedad mezclada con lluvia, y mezclada también con el cansancio que acumulábamos de casi 24 horas de viaje, pero aplaudimos, cantamos y bailamos: ya, por fin, ¡estábamos en Cuba!

No me detendré en contar día a día de nuestro viaje porque esta entrada se haría interminable. Ayer, mi madre me preguntaba con qué me quedaba del viaje a Cuba y yo respondí que con sus playas, sus maravillosas e increíbles playas paradisíacas, de agua caliente y transparente, de arena blanca. Eso es increíble, el paraíso. Pero también me quedo con muchas otras cosas como, por ejemplo, el baño con los delfines. Tener al animal tan cerca, verlo y acariciarlo una y otra vez fue un sueño hecho realidad. Y ese mismo día disfrutamos también de un largo paseo en catamarán, comida en una isla perdida en medio del mar y de un pequeño baño-buceo con los peces tropicales, otra experiencia maravillosa.

Me quedo también con la visita a La Habana (Habana Blues): el Capitolio, la famosa plaza de la Revolución, el Paseo del Prado, la Catedral, el Malecón, La Bodeguita del Medio, El Floridita y La Habana Vieja. Visita demasiado rápida. Pero no me importa, eso es señal de que volveré a La Habana porque necesito verla con calma, pasear pos sus calles, disfrutar de su gente, contemplar (maravillada) sus coches.

Estas son algunas de las actividades que hicimos en el viaje. Pero, lo más importante para mí, ha sido disfrutar este viaje con personas a las que quiero, con mi familia. Como decía antes de comenzar el viaje, con sólo ver a mi abuela bañarse en El Caribe, este viaje ya merecería la pena. Y así ha sido. Además, he visto reír y llorar a la familia Felipe Pineda. Ha sido un gran esfuerzo para ellos conseguir que este viaje saliese bien; viaje cargado de emociones. Aunque lo cierto es que todos hemos reído y llorado alguna vez en este viaje.

Los quince de Elena fueron espectaculares: el sitio (La Casa de Al Caponne), de película; la puesta de sol, de postal; lo guapísima de la protagonista, de revista.

El conocer a la familia de mi tío Carlos también fue muy gratificante para nosotros, nos abrieron las puertas de su casa y de sus corazones desde que llegamos a Varadero. Y ya, podemos decir, que también son parte de nuestra familia.

Recuerdo también el momento de ver a mi padre (por sorpresa) a la llegada al hotel, las risas en la piscina y en nuestra palapa, nuestras interminables comidas en el chiringuito (donde fuimos centro de atención durante toda la semana), las hamburguesas, sándwiches y piñas coladas en la madrugada, los paseos en piragüas, las nuevas amigas Melisssa, Alisssa y Vanesssa, entre otras, las risas con las jimagüas (sois las mejores), y un largo etcétera de recuerdos que me hacen sonreír.

Gracias a todas las increíbles personas (las de aquí y las de allá) que han hecho de este un maravilloso e inolvidable viaje.