lunes, 9 de mayo de 2011

Concierto Vetusta Morla

El pasado sábado 7 de mayo, Vetusta Morla presentaba su nuevo disco en Málaga. Mapas. Así se titula. Se había publicado sólo unos días antes en la web del grupo, aún no estaba disponible su venta. Esto hizo que, para la mayoría de los asistentes, la primera vez que escuchamos los nuevos temas fuese en directo. Un lujazo.

Por desagracia, hay que poner algunos “peros” que estropearon, en cierta medida, el concierto. Celebrado en el Auditorium Club de Málaga, una vez más, decepcionó su organización. El aire acondicionado fue el gran ausente y el gran reclamado de la noche, a voces. Voces que no llegaban a ninguna parte. El calor envolvía el ambiente de una manera exagerada, pegajosa, de esa que te hace estar muy incómodo. Una auténtica sauna. Tanto es así que cuando el grupo se marchó, el público en vez de pedir “otra, otra (canción)”, como siempre se hace, se dedicó a pedir “el aire, el aire”. Pero nada. Lástima que eclipsara el concierto. A la organización, un suspenso. Podeis leer una buena crítica en el Blog del Diario Sur.

Pucho, cantante del grupo.
Pero volvamos a lo que nos interesa, el concierto. Para mí era la primera vez que veía al grupo madrileño. Y mi sorpresa fue disfrutar durante casi dos horas de buena música, de un magnífico espectáculo, de un cantante que si bien no habla demasiado con su público, nos hizo vibrar desde la primera canción hasta la última, a lo que también influyó el espectáculo de luces que les acompaña. Disfruté del concierto, de sus letras, de sus ritmos, de su voz. Contenta por haber descubierto hace ya unos meses a este grupo que me fascinó y el sábado volvió a hacerlo.

El disco ya lo tengo en mis manos. Es difícil elegir una canción. Esta pregunta quizás podría responderla cuando haya interiorizado sus letras, que aún no me ha dado tiempo. Pero si tuviese que hacerlo me quedo con “Maldita Dulzura”. Fue esa canción que escuchaba por primera vez y al acabar dije: “¡Fantástica!”.

Hablemos de ruina y espina.
Hablemos del polvo y herida.
De mi miedo a las alturas.
Lo que quieras, pero hablemos.
De todo, menos del tiempo
que se escurre entre los dedos. […]
Maldita dulzura la tuya […]
Y hablas para no oírme.
Y bebes para no verme.
Y yo callo y río y bebo. […]
Maldita dulzura la mía.
Maldita dulzura la nuestra.

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